“Pueden sentir orgullo de lo que han hecho”, afirmó Ezequiel Martínez, presidente de la Fundación Tomás Eloy Martínez, en el inicio de la clínica de obra para los ganadores de la Segunda Edición del Premio FTEM de Crónica para Estudiantes de Periodismo.

Durante toda esta semana, estos jóvenes cronistas trabajarán sus textos en una clínica intensiva coordinada por Josefina Licitra en Fundación TEM.

“Esta clínica es un espacio de aprendizaje y también representa un acompañamiento privilegiado en el proceso de edición, que será a la vez muy riguroso. Porque si bien la calidad de los trabajos seleccionados es óptima, siempre es necesario ajustar una serie de elementos que hacen a una crónica de excelencia”, dijo Martínez. Recordó además que los textos serán publicados en un libro al cuidado de Marea Editorial, como ya ocurrió con Nunca la misma historia, que reúne las crónicas ganadoras de la primera edición de este certamen. Una de ellos, además, aparecerá en revista Viva, del diario Clarín (algo que ya sucedió también en la edición anterior).

Por su parte, Licitra explicó que el trabajo personalizado con cada texto se hará por capas, para ir viendo detalles vinculados a reporteo, información, estilo y otros aspectos que construyen una crónica.  En ese sentido, explicó algunos lineamientos de este género híbrido e invitó a los cronistas a leer el texto “La crónica, ornitorrinco de la prosa”, de Juan Villoro, como parte de una lista de recomendaciones a la hora de escribir (y de leer).

“Hay una definición básica, que propone tomar elementos que hacen a la investigación periodística: salir, preguntar, grabar, buscar información dura y hacer que esa línea de información se cruce con un registro narrativo, atractivo para un lector”, explicó. “Aunque –aclaró- nunca hay fórmulas sencillas”.

También se refirió al valor de la palabra en términos estéticos y citó a la poesía como una referencia. Y es que, sostuvo, “el fondo se expresa en la forma y viceversa”.

Además se refirió a la necesidad de no perder de vista el hecho de que cada texto está destinado a los lectores. “No me refiero a retener al lector a cualquier precio. Cuando escribo pienso en mí y en mi editor, que es mi primer lector. Pero en algún lado siempre está sobrevolando esta idea de que no debés espantar a quien está leyendo; por el contrario, tenés que lograr que se quede allí donde lo estás convocando”, agregó.

Otro aspecto a tener en cuenta es el tiempo de trabajo, que siempre es variable “porque cada tema requiere su propio tiempo y espacio para ser relevado y narrado”.

Con todas estas herramientas, por estos días el trabajo de los jóvenes cronistas en Fundación TEM será intenso. Pero también, fascinante.

 

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