“Los mejores textos son los que dejan al lector haciéndose preguntas. Al escribir, la idea es mostrar ciertas singularidades de la realidad, ponerlas bajo un foco de luz y devolver una historia que cuestione las certezas y sobre todo, los lugares comunes”, dijo Leila Guerriero. Ocurrió en un tramo del Seminario sobre Periodismo narrativo que coordinó entre el 4 y el 6 de mayo en la Fundación TEM, con la participación de más de treinta cronistas de diferentes lugares del país y de América latina (como Chile, Paraguay y Colombia).

Guerriero comenzó consultando a los asistentes sobre lo que ellos consideraban “periodismo narrativo”. En ese sentido puntualizó: “El periodismo narrativo podría pensarse como el cruce entre periodismo y literatura pero no es eso en absoluto. Cuando uno dice ‘literatura’ la gente piensa automáticamente en ficción. Y sabemos que no es posible hacer ficción dentro del periodismo porque entonces no estás escribiendo un texto periodístico. Tampoco se trata de poner una metáfora acá o allá y decir entonces que usás herramientas narrativas para contar la realidad. En verdad, el periodismo narrativo no es más que buen periodismo. O sea, una buena idea, bien contada”.

“Escribir bien tiene que ver con trasladar al lector ese universo que uno ha tenido el privilegio de ver en primer plano. Si lo muestro de una forma anodina, burocrática, correcta, el lector posiblemente no se sienta convocado. Así que para mí es importante trabajar mucho y darle todo lo mejor posible a cada texto”, agregó.

“En este tipo de trabajo, uno no está exento de tener que responder esas preguntas propias de la pirámide invertida: qué, quiénes, cómo, cuándo, dónde… La pregunta más complicada es ésa donde no hay una respuesta lineal. Se trata del ´por qué`. Ahí el periodismo narrativo se instala como herramienta que pueda brindar respuestas nunca acabadas pero sí, complejas, capaces de bucear en lo profundo”, explicó.

A lo largo de la primera jornada del seminario, Guerriero compartió textos de su autoría como “El rastro en los huesos” (sobre el Equipo Argentino de Antropología Forense), “El mago de la soja” (sobre el empresario Gustavo Grobocopatel) o “El gigante que quiso ser grande” (sobre el ex basquetbolista formoseño Jorge González). En cada caso, analizó distintas cuestiones, desde el cuidado estético con el que estaba construido un párrafo hasta la decisión de no plegarse a respuestas simplistas (por ejemplo, si Grobocopatel “es bueno” o “es malo”). Sin embargo, al mismo tiempo, sí dejó en claro que en ciertos casos es necesario tomar una postura (“en ningún momento cuando escribo sobre el EAAF expreso mi repudio a la dictadura pero aún así, el texto en conjunto refleja eso y es que, justamente, estamos hablando de antropólogos forenses encargados de restituir a sus familiares restos de personas asesinadas”).

Uno de los aspectos del Seminario estuvo vinculado a la construcción de un método de trabajo posible para escribir crónicas. “Puedo contarles cómo trabajo yo porque es lo que mejor conozco pero esto no significa que deban hacerlo de la misma manera. Sin embargo, soy consciente de que uno se construye un método canibalizando el método de los demás, viendo cómo resuelven situaciones otros, leyendo a otros. La importancia de esto es que te permite ordenar el trabajo porque, sabemos, la escritura es un lugar de mucha soledad e incluso, de mucha desesperación cuando ves que tus archivos, tus notas, tus desgrabaciones y tus papeles parecen ingobernables. Bueno, no lo son”, dijo Guerriero, una de las cronistas más reconocidas de habla hispana, autora de libros como Los suicidas del fin del mundo o Una historia sencilla.

En ese sentido, puntualizó: “Lo primero que hay que tener es voluntad de reporteo. Yo intento tener tres o cuatro entrevistas con la persona que perfilo. Puede parecer una obviedad, pero es necesario estar ahí, estar, estar,estar. Y es que el momento de retirarse es sólo cuando uno siente que es dueño de la información. Después, en general, se advierte que se tiene un 95 por ciento más de la información necesaria para escribir pero es importante porque eso va a lograr construir una voz autorizada”. De allí que “la jerarquización de la información sea la columna vertebral del texto y eso nos permita saber qué estamos contando no en el sentido más pragmático, sino en el sentido de buscar en todo ese magma una historia”.

“Es decir, uno no puede ir a buscar la historia con una mirada preformateada porque la verdad es que no sabés qué vas a encontrar. Pero a lo largo del reporteo hay una idea que empieza a perfilarse como fuerte e instala una lógica narrativa. Por ejemplo, en el caso de González, que estaba postrado en Formosa y padecía una enfermedad llamada ‘gigantoacromegalia’, él insistía en un relato de sí mismo que lo convertía en héroe. Y sin embargo, a lo largo de todo el tiempo que estuve ahí, pude ver que no, que eso no era tan así. También fueron necesarios los testimonios de otra gente, como su familia. Pero en definitiva, cuando encontré esa idea que tenía que ver con la fragilidad de un éxito efímero, con esa fantasía gigante reducida a nada, pude encontrar lo que quería contar. Esa idea se transformó en algo como una columna vertebral imantada, que terminó atrayendo toda la información que necesitaba y expulsando lo demás”.

Texto: Ivana Romero

Fotos: Verónica Martínez

One thought on “Finalizó el Seminario de Periodismo narrativo a cargo de Leila Guerriero

  1. Coincido: la narrativa es como una obra de teatro: hay que acercar al lector a los colores, olores, dolores, alegrias, locuras, humor. Intentaer que sea uno de los actores.

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