Osvaldo Baigorria es el coordinador del Taller de escritura de aguafuertes, que comienza el 20 de octubre en Fundación TEM. Aquí, una entrevista exquisita donde el escritor reflexiona sobre estos textos breves en los que han incursionado desde Mansilla a Roberto Merino, Jorge Asís, Pedro Lemebel o Emma Barrandeguy.
-¿Por qué considerás que es necesario volver a poner el foco en las aguafuertes como género?
-Me pareció seductora la idea de volver a una literatura menor entre las menores, ahora que la expresión “crónica” parece estar alcanzando cierta mayoría de edad, centralidad o hegemonía parcial que deja en los márgenes a esos textos más breves, ligeros, indeterminados y que reposan sobre todo en la mirada.
-¿Cuáles son las características de un buen texto dentro de este género?
-Usando “género” no en forma taxativa sino como sospecha o inclinación de algunas texturas, en la lista iría el registro de un modo de ver la ciudad, las costumbres, etc., que puede ser al mismo tiempo liviano y agudo, frívolo y profundo, descriptivo e irónico, de aparente simplicidad pero con un lenguaje cuidado, que toma distancia de lo informativo y se acerca a lo poético.
-¿Cuál es el vínculo de la aguafuerte con la crónica y las diferencias?
-Más allá de que se pueda etiquetar como “aguafuertes” a algunas crónicas, como hizo Arlt para enfatizar el sentido visual, pictórico, de fijación de ciertas imágenes en sus textos, con lo que podemos inferir en ambas una matriz común, vemos que la crónica se aparta del aguafuerte cuando se acerca al reportaje, cuando se apoya en el trabajo de campo, en la investigación, en las entrevistas. El aguafuerte está menos pendiente de la novedad y de la noticia, se desentiende de la persecución de una historia impactante, no se interesa tanto en “qué pasó” sino en “cómo” y en“qué está pasando”.
-La bibliografía incluye clásicos como Mansilla, Arlt o Walsh. ¿Considerás que hay autores/as que actualmente trabajen desde el registro que el aguafuerte propone?
-Entendiendo “actualidad” en sentido ampliado, epocal, han incursionado en ese registro una larga lista de escritores y siempre se van descubriendo nuevos, pero por ahora destaco a Roberto Merino, Jorge Asís, Pedro Lemebel, Emma Barrandeguy, algunos textos de Edgardo Cozarinsky, de Enrique Vila-Matas e incluso de Sergio Chejfec con su mirada documental sobre el mundo interior del visitante o paseante urbano. Y si se hace un poco de arqueología, hacia atrás se puede encontrar a Borges en la Revista Multicolor de los Sábados del diario Crítica y hasta a decadentistas franceses del siglo XIX como Joris-Karl Huysman.
Foto: Patrick Haar.