En el mismo edificio donde Borges trabajó en los años 40, la Fundación atesorará la biblioteca y los archivos del escritor fallecido en enero de 2010.
Hubiera estado feliz Tomás Eloy Martínez de saber que el preciado tesoro de sus libros y sus archivos estarán cerca del humilde escritorio donde Jorge Luis Borges trabajó entre 1937 y 1946. Ayer, en la Biblioteca Miguel Cané, ubicada en Carlos Calvo 4319, en el porteño barrio de Boedo, el presidente de la Fundación Tomás Eloy Martínez (TEM), Ezequiel Martínez, acompañado por sus hermanos Javier y Gonzalo, y por la directora ejecutiva de la ONG, la escritora colombiana Margarita García Robayo, mostró a un reducido grupo de amigos y periodistas la sede que comenzará a funcionar en el segundo semestre de este año.Por: Susana Reinoso.
Lo primero es lo primero: el premio TEM para obras de ficción y de no ficción. Tomás Eloy Martínez escribió “La novela de Perón”, merced a una beca del Wilson Center, y sabía lo importante que es para un autor novel y joven tener un incentivo financiero en la etapa de producción de un libro. Por eso, este reconocimiento (estimado en UD$ 15000) será para proyectos avanzados. La Fundacion Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), de García Márquez, recibirá al ganador de no ficción y a los finalistas como becarios en una clínica de periodismo y Alfaguara, sello de la obra de Tomás Eloy Martínez, publicará los trabajos ganadores. El premio se lanzará apenas finalice el primer semestre.
El acto fue cálido y el recuerdo de ese escritor generoso que fue Tomás Eloy Martínez se hizo presente entre los asistentes: los editores Ignacio Iraola y Paula Pérez Alonso, de Planeta; Antonio Santa Ana, de Alfaguara; el escritor Martín Caparrós, maestro de la FNPI; el ministro de Cultura, Hernán Lombardi; la secretaria de Cultura, Josefina Delgado; la directora general del Libro, Alejandra Ramírez; las corresponsales de Notimex de México, Cecilia González, y Soledad Gallego Díaz, de El País de Madrid, entre otros invitados.
Lombardi propuso echar a volar la imaginación y sugirió que quizá el espíritu de Borges y el de Tomás se crucen a partir de ahora en un diálogo que nos perderemos por esas limitaciones de la materialidad humana.
Lombardi y Ezequiel Martínez firmaron el convenio de comodato del histórico edificio como sede de la Fundación TEM. Por allí han pasado ya de visita, conmoviéndose frente al modesto cuarto donde Borges trabajó, los narradores Julian Barnes, del Reino Unido; Jorge Edwards, de Chile; Juan Villoro y Mario Bellatin, de México; el español Fernando Savater, el nicaragüense Sergio Ramírez y el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, éste último un constante reivindicador de la figura y la obra del argentino más universal.
La sede de la Fundación TEM dispondrá de una amplia sala donde se dictarán cursos y seminarios, una terraza donde en verano habrá tertulias y hasta un pequeño café.
Allí estará la vasta biblioteca y los archivos del narrador fallecido, que se irá poblando también con la obra de los escritores que sean maestros de los talleres. “Papá quería que su biblioteca permanecería indivisa, porque en el exilio y con las mudanzas fue perdiendo muchos libros”, contó Ezequiel Martínez a Clarín.
En un cuarto más pequeño se reproducirá el escritorio de Tomás Eloy Martínez, donde habrá objetos apreciados por el autor de “La pasión según Trelew”, los libros que siempre tenía a la mano y los papeles que solía reunir cuando se sentaba a pensar y a escribir.
Dijo Margarita García Robayo que “no será un museo, sino un lugar donde la presencia de Tomás pueda sentirse, como si él pudiera llegar en algún momento y sentarse a trabajar. Es un sitio para sus manuscritos, las obras que dejó sin terminar, sus investigaciones”.
Parte de todo llegará de los Estados Unidos, donde la hermana pequeña de los Martínez se quedó viviendo en la casa que compartió con sus padres, Tomás y Susana Rotker, ambos fallecidos. “Allá está el escritorio que mandó a hacer, hay obras de arte, objetos, fotografías de escritores amigos, una parte importante de su biblioteca y de sus archivos, y una gran colección de películas”, dijo Gonzalo Martínez.
Pero, como dice Javier Martínez, “esta es la etapa para concluir el acondicionamiento de la sede y poner en marcha el premio”. Todo lo dejó previsto el inolvidable escritor argentino que eligió morir en su país, el mismo que lo había expulsado en los años de plomo de la Argentina. Nada dejó librado al azar. Ni el seguro de vida con el que sus hijos ya pusieron en marcha la Fundación, su último legado.