Federico Bianchini coordina todos los miércoles de abril la Clínica de crónica en Fundación TEM. Aquí, algunas claves de su propuesta de trabajo (y algunas recomendaciones poéticas).

-¿Cuáles serán las características esenciales del taller?

-La idea es que trabajemos de modo intensivo con textos o ideas de textos de los participantes. Que podamos discutir y pensar qué enfoque darle a un determinado tema, cómo investigarlo y luego, a la hora de escribir, cómo buscar ejes que transformen una nota en una crónica, cómo (independientemente de usar o no la primera persona) imprimirle al texto una mirada de autor.

Salvo por algunos detalles, las crónicas de Rubén Darío, Lucio V. Mansilla y José Martí, por nombrar grandes cronistas, parecen (podrían) haber sido escritas ayer. Tal vez ahora, por el ritmo de las redacciones y el frenetismo al que estamos acostumbrados, se lea menos y eso haga que muchos recursos estilísticos parezcan nuevos y se anuncien como novedad cuando hace ochenta o noventa años ya se veían como un lugar común o una copia. Para quien nunca la leyó, una enumeración cacofónica puede resultar flamante.

Pienso el taller como un lugar de trabajo, un espacio para compartir opiniones, puntos de vista y transformar la posibilidad de un artículo en una crónica vendible a un medio argentino o extranjero.

-¿Qué elementos son necesarios para construir una buena crónica?

-Si la palabra existiera, diría que la pregunta es tan buena como irrespondible. Pero, vaya uno a saber por qué, en el diccionario “irrespondible” no existe.

No sé si hay elementos necesarios para escribir una buena crónica y, creo, ésa es una de las cosas más fantásticas de la No ficción. Creo, también, ésa es una de las razones por las que doy un taller de crónica. Más allá de reglas mínimas (contar con buena fe, aclarar desde dónde se está contando, remitirse a las fuentes), el género nos permite una libertad inmensa (y restringida), intangible (y palpable), abrumadora (pero que conlleva gran responsabilidad).

Para escribir una buena crónica es requisito indispensable interesarse más por lo que se está contando que por intentar escribir una buena crónica.

Para escribir una buena crónica es requisito indispensable saber que no hay requisitos indispensables para escribir una buena crónica.

Me parece que si uno puede escuchar, quiere aprender, intenta mirar, pregunta desde el interés, se concentra en escribir; consigue información y la estructura: la organiza en torno a un eje, puede armar una crónica. Ahora: si es buena o no, depende. ¿De qué? Habría que seguir preguntando, aunque temo que ésa sea una pregunta más “irrespondible” que la que estoy tratando de contestar.

-¿Qué tipos de textos debe leer alguien interesado en escribir crónicas? ¿Es recomendable algún género en particular?

Creo que todos los que pueda.

Desde un poema donde el sanjuanino Leónidas Escudero cuente la muerte de un guanaco y avise que:

“…Dio una vuelta en redondo, avizoró de frente

y así entró por el ojo de la carabina.

Lanzó un relincho azul, morado y negro;
le chispeó en el codillo abierta rosa;
sorprendido en secretos con su ángel
entró al revolcadero de la sombra”.

Hasta alguna obra de teatro que en voz alta el texto de de Calderón de la Barca suene como:

“Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apénas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando á todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?”

Pasando por el final de un cuento de Juan Carlos Onetti en donde ellos dos miran, “miran hasta que no pueden más, cada uno pensando en cosas distintas y escondidas, pero de acuerdo, sin saberlo, en la desesperanza y en la sensación de que cada uno está solo, que siempre resulta asombrosa cuando nos ponemos a pensar”.

Y el fragmento de una novela en la que Juan José Saer escriba que “Todo es probablemente real, pero si a veces lo concebimos como irreal, es porque lo consideramos transitorio. Únicamente a los sueños los consideramos como absolutos, y de la realidad sabemos que es relativa y transitoria. Así que mientras soñamos, creemos más en la realidad del sueño que lo que creemos en la vigilia de la realidad del mundo”.

Por supuesto, también, debería leer crónica. Aunque sea para despuntar el vicio.

(Foto: Verónica Martínez / Archivo Fundación TEM)

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