Hace algunos días publicamos en video un diálogo vía Skype con Roberto Herrscher. Hoy les ofrecemos una segunda entrega, esta vez por escrito.
Recuerden: sigue abierta la inscripción al seminario Contar la historia que dará en Fundación Tomás Eloy Martínez los sábados 10 y 17 de agosto.
Sobre el periodismo como “primera version de la historia”
Los periodistas somos historiadores de lo que está pasando hoy. Y ese es un trabajo insustituible. Muchas veces, la forma en que los periodistas contaron el hoy en otro momento es un recurso no solo para periodistas, sino para antropólogos, sociólogos y para los mismos historiadores.
Elena Poniatowska escribió un gran libro llamado La noche de Tlatelolco. En el año ’68 hubo una represión feroz de la policía y ejército de México de unas manifestiaciones pacíficas de estudiantes universitarios por el dinero destinado a los Juegos Olímpicos. Poniatowska entrevistó a estudiantes, maestros, padres, madres y trabajadores para reconstruir esa historia, esa matanza que el gobierno mexicano no quería que se contara,
Miremos lo que está pasando ahora en Brasil, con las protestas contra un gobierno que decide invertir en un mundial del fútbol y en unas olimpíadas en lugar de invertir en los servicios que desesperadamente necesita el pueblo hoy. ¿No es importante, en este sentido, acordarnos de La noche de Tlatelolco, y no es bueno ver de qué manera se vivió eso y de qué manera una gran periodista lo contó en su momento? La forma en que se contó el pasado nos puede ayudar a distinguir las herramientas que tenemos para contar mejor el presente.
Sobre la crónica de viajes
Hay miles de formas de viajar distintas al viaje del turista. Creo que la mejor forma de utilizar el género de la crónica de viaje para contar lo que le pasa a un lugar, un país, una región o un grupo, es el viaje de descubrimiento; el viaje de crecimiento. Parece una especie de ingenuidad demasiado ilusa, pero yo sigo pensando que de un buen viaje uno vuelve cambiado; la persona que vuelve no es la misma que la que se fue.
(…) Un viaje puede ser doble o triple: viajar para entender, por ejemplo, qué pasó antes. En ese sentido, uno es una especie de túnel del tiempo, pues viaja al pasado para descubrir la forma en que la gente entendía lo que vivía y lo que la rodeaba antes. Pero el viaje es también una manera de entender el legado de ese pasado. Hace algunos años un gran periodista norteamericano llamado Adam Hochschild dio una conferencia en la Universidad de Harvard. Él tiene dos libros maravillosos: uno sobre el Congo, en donde viaja a la memoria de las masacres del imperio colonial del rey Leopoldo II. Otro, un viaje al interior de la URSS, sobre todo a Siberia, para ver en los gulags el recuerdo y el legado de los millones que murieron en las cárceles del estalinismo.
Ambos libros son producto no de un historiador que viaja para contar el relato fidedigno, cronológico, académico de un pasado; tampoco es el viaje de un novelista, que luego inventará una historia con personajes de su imaginación. No. Es el viaje al pasado de un periodista. Y esto trabajaremos en el seminario: vislimbrar lo mucho que tiene para hacer y para contar el periodista que viaja al pasado.