El martes pasado, la Fundación Tomás Eloy Martínez fue sede de la entrevista pública del periodista español Juan Cruz Ruiz a cargo de Ezequiel Martínez, presidente de la Fundación. La charla atravesó la obra del escritor, el rol de las redes sociales en la información, su amistad con TEM y su compromiso con “el periodismo verdadero”.
Fundador del diario El País, de España, Juan Cruz Ruiz ejerce el periodismo desde muy joven. Es, además, autor de los libros Excesos de equipaje (Alba Editorial, 2005), El peso de la fama (Aguilar, 1999), y Muchas veces me pediste que te contara esos años (Alfaguara, 2008), entre otros. Actualmente lleva adelante el blog Mira que te lo tengo dicho y ocupa el cargo de director adjunto de El País.
Aquí transcribimos los momentos más importantes de la entrevista.
Juan Cruz en la Fundación TEM / Foto: Flavio Vargas
Ezequiel Martínez: Eras muy amigo de mi padre, ¿cómo lo conociste?
Juan Cruz Ruiz: Lo conocí cuando lo fui a entrevistar por indicación de Javier Pradera, el editor de Alianza, que había editado La novela de Perón. Recuerdo que era un hombre pausado y metódico en la conversación, muy respetuoso del entrevistado, que lo dejaba hablar hasta el final. El buen periodista deja que fluya la conversación. En ese sentido, Tomás Eloy era más un periodista que un escritor. Él ha escrito novelas muy acabadas, pero tenía un rasgo que lo ancló a su vocación primitiva: la curiosidad. Pensando en él estos últimos días, creo que era un periodista de una rara generosidad que lo convirtió en el mejor cronista en lengua española de su generación. Pero a su vez ese rasgo opacó su otra faceta de escritor. Era un hombre capaz de viajar por los sitios más alejados para rendir homenaje a sus amigos, cuando él ya estaba en edad de recibirlos. Para mí, un libro emblemático donde se manifiesta su relación con la realidad es Lugar común la muerte, que es el que yo he leído con mayor admiración. Allí se nota, desde muy temprano, su capacidad por el ritmo y la musicalidad en sus textos. Creo que eso proviene de su capacidad por escuchar a los otros. En ese libro hay un texto sobre su encuentro con Lopez Rega y descubrí allí las mismas características que un texto de Onetti, la misma capacidad de misterio: cómo conserva la propia estructura del relato, el misterio que es consustancial a una narración. Tomás Eloy debió ser un gran lector de poesía, sin duda alguna. Si no lo era, lo intuía. El relato de Saint-John Perce tiene el detenimiento del hombre que ama la narración, pero también al lector. Quiere que el lector le acompañe.
EM: En tu libro ¿Periodismo? Vale la pena vivir para este oficio se reúnen entrevistas que hiciste a grandes personalidades del periodismo, incluyendo a mi padre. Aquí, en nuestro país, se discute mucho sobre el futuro del oficio. ¿Pudiste llegar a una conclusión? Siento, pensando en voz alta, que la mayoría de los periodistas de las nuevas generaciones son parte de una generación más cómoda, que busca todo por internet y no se toma el trabajo de ir a buscar la noticia.
JCR: El periodista es el primero que da bien una noticia. Es el que ejerce sobre la realidad un trabajo de indagación que no lo resuelven las nuevas tecnologías. Estas son instrumentos fabulosos, como lo fue la radio en su momento, pero si nosotros hubiéramos contado la realidad en función de lo que decía la radio, el lector de nuestro diario hubiese dicho: “¿Para que voy a comprar el periódico si es lo mismo que escucho en la radio?”, “¿para que gasto en papel?”, diría el empresario. La reflexión es que los periodistas creemos que somos periodistas antes de hacer de periodistas. Un periodista es un señor que está equipado con cosas que no vienen con el automatismo de las teclas. Está equipado con la curiosidad, la ingenuidad, el dato, la música, la capacidad de relato, la búsqueda del personaje adecuado y con el interés de la existencia del otro. A veces lees crónicas y da la sensación que el periodista ha deseado que el otro no exista. Por ejemplo, Tomás Eloy siempre se puso en segundo lugar como periodista, incluso como escritor. Cuando él escribió Purgatorio, hubiese podido ponerse en primer plano y decir: “Yo viví una historia así: me llamo Tomás Eloy y me fui exiliado a Venezuela”. Sin embargo eligió el camino de la ficción. Nunca escribió el libro de Tomas Eloy Martinez. Era capaz de disfrazar la presencia de su vida con la ficción. Es el caso, también, de El vuelo de la Reina. Al periodista no lo constituye la suposición. Por eso, hay que tener cuidado con las nuevas tecnologías si uno no está preparado para la humildad de trabajar sin ella.
EM: En cuanto a tu obra de ficción, está más vinculada a la nostalgia, a la memoria. ¿Por qué?
JCR: Por miedo. Yo tengo miedo desde niño. Miedo a la enfermedad, a la oscuridad, a la soledad, a la falta de aire, a la muerte. El nuevo libro que estoy escribiendo, en los capítulos finales, hablo mucho de eso. La gente suele preguntarme cómo es mi día. La naturaleza de mi escritura es caminar para que la sombra no me alcance. El problema es que hay una paradoja en ese apresuramiento que ha dado una literatura muy detenida. En estos últimos tiempos he desarrollado una fórmula de escritura que tiene que ver con la madrugada: La mañana es un periodo lento de la vida para mí. En cuanto a la tarde, es un momento de aceleración, de acumulación de afectos y noticias. Y las noticias son las que producen el gen del periodismo.
EM: ¿Cuándo escribes en tu blog Mira que te lo tengo dicho?
JCR: Por la mañana, a veces por la tarde. Aunque hay días en que no escribo porque me da rabia como las nuevas tecnologías han ido introduciendo el fervor por el insulto en la vida cotidiana.
EM: Hubo un momento en que los blog estaban en apogeo. Hoy, sin embargo, las redes sociales como Facebook y Twitter le han quitado un poco de espacio.
JCR: Yo lo escribo por los lectores. Hay unos maniáticos que van y miran lo que yo escribo (Risas). Hay personas que entran al blog para enterarse de cosas. Entonces, ¿cómo no lo vas a hacer?
EM: ¿Qué pensás de Twitter?
JCR: Creo que mi voluntad sintomática me ha llevado a no ir a Twitter porque ahí sería peligroso. Twitter es un error. Se tiene que reflexionar sobre todo lo que dice, no se puede escribir de pronto, desenfundar enseguida. Facebook me parece un peligro, también. La escritura tiene que ser más reposada. Los diarios últimamente están haciendo escribir a sus redactores de pronto. Un día todo esto nos va a pasar una factura. Me da vergüenza estar en el mundo de la comunicación y estas cosas estén pasando. Me siento vejado como periodista. Creo que, como decía Fontanarrosa, que si el mundo piensa eso, el mundo ha vivido equivocado.
Pregunta del público: Manuel Vicent decía que ya no podía escribir libros de ficción y que se sentía más cómodo contando la realidad en modo de reportaje o crónica. Una de las características en las novelas de Juan Cruz Ruiz es la presencia de la memoria, no lo veo creando un personaje.
JCR: He escrito algunos relatos estos últimos días de ficción, pero siempre dentro de ellos hay una pequeña burla hacia la ficción. El otro día escribí un relato por encargo, sobre la relación de la mujer con el vino. Todas tienen una raigambre en la realidad. Porque uno imagina mucho. Es lo que pasa en Purgatorio, que es imposible no leer ese libro y no ver a Tomas Eloy siendo el personaje de esa novela. Yo me siento mucho más cómodo contando lo que he vivido, lo que he oído, que inventándolo.