“La reedición de este libro hace que Tennessee encuentre su ocasión”, afirmó Luis Gusmán durante la presentación de un texto que –publicado originalmente por Sudamericana en 1997- vuelve a ser publicado, ahora a través de Cubcinco Editores. La actividad se realizó en Fundación TEM el miércoles 6 de julio. Junto a Gusmán estuvieron Jorge Consiglio (quien se encargó del prólogo del libro) y Ezequiel De Rosso. A partir de la historia de Walenski y su búsqueda de Smith (que no es más que una versión de Walenski mismo, según indica Consiglio), los tres escritores buscaron distintos caminos por los cuales dar cuenta de la obra tumultuosa de Gusmán quien, de hecho, manifestó su deseo de reunir sus novelas completas bajo el nombre de “Historias de lo más oscuro del río”.

“Hay una idea de Piglia que me gusta mucho y es cuando recuerda el momento exacto de los libros que lo marcaron. De hecho, esa huella en la memoria es el criterio que sirve para construir su experiencia como lector. Esto tiene que ver con la lectura apasionada, cuando aparece un libro y uno descubre que es uno de los esenciales. Este catálogo sufre modificaciones pero hay textos que están fuera de discusión. En mi lista hay tres libros escritos por Gusmán: por supuesto El frasquito pero también, El peletero. El tercer caso es un libro de cuentos que editó Sudamericana en los noventa: En lo más oscuro del río. El primer cuento de ese volumen es justamente ‘Tennessee'”, dijo Consiglio.

Señaló que “en la obra de Gusmán, los protagonistas atraviesan un estado de estupor; perdieron el centro y deambulan para encontrarlo. Están desfasados de su época y organizan con eso un gesto, un valor y una ética con el que afrontan el presente que les toca en suerte”. También apeló a la noción de lo laberíntico “aunque en Gusmán la noción de laberinto es un fenomenal disparador expresivo que nada tiene que ver con el laberinto borgeano”. “No es ordenado ni matemático y sí es onírico, pero en otro sentido: es una confrontación con el caos”.

De Rosso apuntó: “En ‘Tennessee’, el cuento de Luis Gusmán del que parte la novela que hoy presentamos, Jáuregui recuerda que con Tarkoski (así se llamaba el protagonista de ‘Tennessee’ en 1990) ‘nos debatíamos entre la duda y la convicción de si el hombre podía escapar verdaderamente del destino’. En un sentido, la lectura de Tennessee, la novela, parece guiada por esa pregunta tácita”.

Agregó que el texto “atiende a las series y las repeticiones: no sólo porque la acción es cíclica (Walwnski tiene una segunda oportunidad de hacerle justicia a Smith, Walenski termina visitando a Smith en un espacio tan desangelado como el que abre la novela, o porque el triángulo amoroso se repite veinte años después), sino porque esas series que parecen definir la peripecia de Walenski aparecen ordenadas a su vez en otras series (por ejemplo, la serie de los hijos de leche arma una metaserie con la de los hijos bastardos; el reflejo de Smith en Walenski aparece articulado por Wilfredo Salerno). Esto genera un vértigo virtualmente imposible de detener, que implica entonces a la misma escritura”.

Finalmente, Gusmán situó a Tennessee como un libro que, al igual que Brillos –el segundo texto que publicó el autor, en 1975- quedó opacado por los libros que lo precedieron. “En 1995 se había publicado Villa, que tuvo una resonancia similar a la de El frasquito, por lo tanto Tennessee y Brillo no solo tuvieron un destino parecido sino que también hay una coincidencia: ambos se publicaron dos años después que los libros más reconocidos o reconocibles. Además, Brillos y Tennessee fueron reeditados después de veinte años. Como se advierte, no sucedió lo mismo con El frasquito y con Villa, que se fueron reeditando regularmente”.

Explicó que la nueva edición de la novela –cuya versión fílmica fue Sotto Voce, con dirección de Mario Levin, donde Gusmán participó del guión- atravesó un proceso de reescritura “pero sin renunciar al estilo”. “Esto me recuerda a una frase de Chesterton que decía ‘puedo dejar de abrigar cierta sospecha de que la realidad tiene cierta relación con el estilo’. Es posible que siempre haya aspirado al libro perfecto aunque en el fondo eso no sea más que un invento editorial”, dijo con amable ironía.

 

 

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