Con motivo del lanzamiento de la colección Ficciones Reales de la editorial Marea, entrevistamos a Cristian Alarcón, su director. Hace unas semanas, se conoció Sangre Salada, de Sebastián Hacher, el libro que inaugura este nuevo espacio que alberga crónicas de largo aliento. El martes 8 de noviembre a las 19:30, Ficciones Reales y Sangre Salada se presentarán en la Fundación Tomás Eloy Martínez (Carlos Calvo 4319).
Escribe Alarcón: “En estas historias, que se conciben desde el periodismo y se escriben desde la literatura, el lector puede dejarse llevar por las tramas de lo real con el vértigo, la emoción y la intensidad de la novela o el cuento. Los cronistas de Ficciones Reales son investigadores implacables de la complejidad y de lo que se oculta detrás de las noticias. Con el rigor de la mejor investigación y la potencia de la narrativa se sumergen en lo contemporáneo para narrar lo que no se puede contar con los formatos del periodismo clásico”.
-¿El clima y el espíritu que se entrecruzan en Sangre Salada son los ingredientes que van a primar en la colección?
Hay una búsqueda literaria que lleva a los autores a que se sumerjan en la investigación periodística apostando a la experiencia y a una escritura que la pueda contener y hacer respirar al mismo tiempo. El compromiso con la profundidad de esas investigaciones se relaciona directamente con la potencia narrativa que tienen las crónicas y los textos que empezamos a publicar. La idea con la que trabajamos es que investigar es contar. Son libros con procesos complejos de búsqueda: en este caso el viaje de Sebastián a un mundo que llega a conocer la feria y sus cruces hasta que los personajes enlazados a través de sus historias parecen contar todo lo que ocurre en La Salada. Es un cronista ágil en el cambio de puntos de vista, en la búsqueda de miradas que nos muestren lo que pasa aquí cerca, una trama tan local y tan universal que nos fascina y nos puede tener doscientas páginas viviéndolo entre puestos y doñas, siguiéndole la huella a esos ambiciosos.
-¿Su manera de encarar una crónica es la misma a la hora de seleccionar los libros que integren Ficciones Reales?
Felizmente, en el caso de Sangre Salada, coincidió porque es una historia del Conurbano Bonaerense. Podría decir que dialoga con algo de mi propia producción, con cierta mística de Cuando me muero quiero que me toquen cumbia. Pero la idea es que la colección vaya hacia nuevos territorios. Y que nadie deba seguir los pasos de nadie, más que los de sus propios personajes. El estilo, el tono, las decisiones literarias son siempre diferentes. En encontrar esa diferencia suele estar el desafío de un editor cuando se enfrenta a una obra en la que lo más importante es la singularidad con que nos cuenta e ilumina un autor.
-¿Cuáles son las líneas generales y sus pretensiones con respecto a la colección?
Lo que busco son crónicas de largo aliento. Que el lector pueda leer estas historias en clave ficcional, en el sentido de que hay una estrategia narrativa que atraviesa todo el libro. Si bien lo que hacemos es crónica, no coleccionamos historias sobre un equis tema sino que buscamos que el libro se deje leer como una novela o una nouvelle. María Moreno me dijo sobre una historia de la que hablábamos: debería existir el género de la croniquelle. Para escribir un relato que soporte narrativamente ese desafío hay que trabajar demasiado. Y entonces, dirigir una colección es pensar a los otros, escuchar las historias que están por encarar y emocionarse con cada una de ellas. Para mí es una experimentación placentera y un honor entrar y salir de las historias que otros están escribiendo.
-¿La intención de Ficciones Reales es darle lugar a esa crónica de largo aliento que no tiene lugar en otros medios?
Si bien hay poco espacio para publicar este tipo de trabajos, lo que sucede en el mundo editorial es distinto. Se publica, hay varias colecciones y hay buenos libros circulando. Ficciones Reales en particular busca conectarse con lo contemporáneo y dejar una marca en los lectores que se sienten seducidos por las crónicas, que no pueden dejar de leerlas olvidando el pacto según el cual investigar es contar la verdad. Y justamente por eso el nombre de la colección: porque no hacemos ficción; no inventamos datos, chequeamos; volvemos tres o cuatro o diez veces a los lugares que describimos; entrevistamos a los protagonistas de nuestras historias una y otra vez. Porque hay un nivel de seriedad en el oficio y en el trabajo que realizamos que ese material puede descansar en la mejor de las narrativas, produciendo ese vuelo que a veces produce la ficción. La buena investigación le da libertad al narrador, lo acerca, lo empuja hacia la literatura.
-¿Podría adelantarnos algunos de los temas que abordarán los próximos títulos?
Desde una mirada biopolítica, hasta religiosidades alternativas, peronismo del clásico y polémico, crímenes urgentes y deportes vistos desde el ojo de la cerradura. La idea central de Ficciones Reales es hablar sobre la subjetividad de una época desde sus conflictos, desde sus tramas: acercarnos a zonas que están por afuera de los relatos que construyen la tele y los diarios. Buscamos cronistas con historias que estén en la epidermis de lo contemporáneo, a veces demasiado exhibidos y por lo tanto imposibles de leer, y en otros ignorados y desplazados de todas las agendas. Los motivos por los que un autor se atreve a escribir un libro de no ficción son siempre de una arbitrariedad que el editor no termina de comprender, y a veces, a la postre, lo pregunta alguien en una entrevista. Por eso esto que descubro ahora, la maravilla de estar cerca de tal variedad humana y de tal diversidad de historias humanas. Me encanta espiar.