El escritor uruguayo Julio César Guianze presentará su libro de cuentos “Menú de guerra”, de editorial Irrupciones, el viernes 28 a las 19 en Fundación TEM. El autor estará acompañado por Gabriel Sosa (director de Irrupciones) y Eugenia Viña (gestora cultural y crítica de arte).

Aquí, un cuento de Guianze y también, información biográfica sobre un autor que construye sus relatos en el borde donde lo cotidiano se vuelve inquietante. 

BETO

“¡Qué muecas cómicas hay en todas las cosas horribles!”

Herman Melville – Moby Dick

Beto era bajo. Tenía un bigote grueso y parejo, de policía. Sus orejas eran tan anchas y amplias que cualquiera podría haber pensado que con ellas se tapaba los ojos para dormir.

Había hecho fortuna fabricando muñecos de distintas razas y una línea de bebés discapacitados, que incluía obesos y hasta modelos de chicos mutilados, muchos con su sillita de ruedas, muletas o prótesis, algunos con muñones sangrantes, acompañados de restos en una bolsita anti-humedad y un trencito eléctrico con vías y barreras para que los chicos jugaran al accidente con auténtico realismo.

El paquete de lujo ofrecía una grabación de gritos desgarradores.  

Hay que decir que gracias a esta extendida moda de rechazar cualquier tipo de discriminación, los más vendidos fueron los autómatas con síndrome de down, que se presentaban en sus versiones niño chino, niño boliviano, niño con atuendo esquimal y hasta niño negro subsahariano con la panza inflada y los ojitos perdidos. Los había con enanismo, macrocefalia, mal del Cruzón y artrosis deformante… Nadie quería dejar en la vidriera alguno de estos realistas especímenes de plástico y silicona por miedo a ser señalados de manera acusatoria, lo que benefició rápidamente los negocios de Beto hasta llevarlo a no saber cuánta plata ganaba ni cuanta tenía. Algo que si bien lo regocijaba, no estaba en los primeros lugares de su lista de placeres, que cito a continuación: fumar con el agua hasta el cuello. Sentarse en el inodoro a leer desnudo. Cagar a oscuras. Ponerse el despertador a las 8 de la mañana para abrir un ojo, apagarlo y seguir durmiendo. Masturbarse de todas las maneras posibles. Devorar dos tazas seguidas de café con leche con pan y manteca. Decir una cosa y hacer otra.

Beto fue muy impuntual. Siempre estaba quince o veinte minutos antes del horario convenido. Le gustaba decir que solamente quería llegar tarde a la muerte. Cosa que finalmente no ocurrió: tuvo la suerte de morirse sin haber fracasado. Subió por una bajada de la Avenida Mosconi planeando un nuevo negocio que lo atrajo como un gualicho. Había visto una hermosa casona abandonada sobre Gavilán y se le había ocurrido armar un castillo embrujado. Cuando la visitó, encaró la escalera con los brazos extendidos, cortando guirnaldas de telarañas que sostenían un regimiento prisionero de moscardones y bichos bolita.

El sol entraba por los agujeros del techo como una lluvia de rayos láser y la escalera de roble se quejó una vez, y después de un segundo, se volvió a quejar. El escalón cedió: el cuerpo de Beto cayó, cayó primero a la planta baja, traspasó el piso podrido y terminó en el fondo del sótano, atravesado por los tirantes retorcidos de un viejo catre de hierro, junto a  baúles con juegos de cubiertos, botellas de vino picado y  frascos de licores intomables. Toda muerte es natural: incluso los asesinatos, accidentes, suicidios y enfermedades incurables.

Pasaron tres meses y después tres años.

Tiraron abajo la ruinosa casa y entraron las máquinas excavadoras. Una de las cucharas alzó la mezcolanza y un obrero creyó ver que se asomaba un gran cráneo  descarnado. Enseguida desvió los ojos: no quería meterse en problemas.

Tosiendo, gordo y humeante, el primer camión amarillo se fue con la carga, decrépita derivación de una breve vida de la que no vale la pena decir ni una sola palabra más.

 

Sobre Julio César Guianze

Julio César Guianze (Montevideo, 1969) es periodista especialista en comunicación política, profesión que ejerció en la Argentina, donde se desempeñó en múltiples campañas políticas. Como agente de prensa y ghostwriter, escribió guiones,  catálogos, proyectos de ley, textos conmemorativos y libros por encargo que no están publicados bajo su nombre. También escribió guiones para radio y condujo el programa sobre literatura y rock El Alamabique veloz que se emitió en distintas FM. En el año 2003 publicó en antologías y fue seleccionado en el 8° Concurso de poesía y cuento Urbano y suburbano de Editorial Baobab, y dos de sus relatos cortos fueron seleccionados y publicados en el mismo año por la Editorial Nuevo Ser dentro de la antología Los Nuevos escritores latinoamericanos. Es autor de la novela Hitachi.

 Desde 2011 vive y trabaja en La Pedrera, Uruguay.

 

 

 

 

 

 

 

 

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