El 6 de mayo, en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, la periodista María O’Donnell entrevistó a Jaime Abello Banfi, en el encuentro Gabriel García Márquez periodista y educador, organizado por la Fundación Tomás Eloy Martínez y la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, de la que Abello Banfi es director.
La charla giró en torno al libro Gabo periodista, editado recientemente por la FNPI -y publicado, por ahora, sólo en México y Colombia-, y a la biografía periodística de Gabriel García Márquez, tan prolífica como su actividad literaria, pero mucho menos difundida y con frecuencia olvidada. Lo cierto es que antes de convertirse en el novelista que es, “Gabo” pasó por todas las facetas posibles del periodismo y jamás lo consideró un estadio previo para convertirse en un escritor verdadero. De hecho, el primer texto periodístico de García Márquez, escrito a los 21 años y muy anterior a sus ficciones, ya da cuenta de que en el periodismo siempre hubo, para él, un lugar central para la potencia narrativa. Jaime Abello Banfi pidió permiso al auditorio para leer un fragmento de ese primer artículo, al que describió como una “crítica poética al toque de queda y a las restricciones a la libertad personal”:
“Los habitantes de la ciudad nos habíamos acostumbrado a la garganta metálica que anunciaba el toque de queda. El reloj de la Boca del Puente, empinado otra vez sobre la ciudad, con su limpia, con su blanqueada convalecencia, había perdido su categoría de cosa familiar, su irremplazable sitio de animal doméstico. En las últimas noches ya no iban nuestras miradas a preguntarle por el regreso enamorado de aquella voz que nos quedó sonando en el oído como un pájaro eterno; o por el rincón temporal donde cortamos el hilo tenso de la aventura, sino que tratábamos de impedir, de detener con un gesto último y desesperado aquella marcha lenta, angustiosa, que iba precipitando las horas contra una frontera conocida que era, a su vez, la orilla tremenda donde se doblaba nuestra libertad.
Diariamente, a las doce, oíamos allá afuera la clarinada cortante que se adelantaba al nuevo día como otro gallo grande, equivocado y absurdo, que había perdido la noción de su tiempo. Caía entonces sobre la ciudad amurallada un silencio grande, pesado, inexpresivo. Un largo silencio duro, concreto, que se iba metiendo en cada vértebra, en cada hueso del organismo humano, consumiendo sus células vitales, socavando su levantada anatomía. Hubiera sido aquel buen silencio elemental de las cosas menores, descomplicado; ese silencio natural y espontáneo, cargado de secretos que se pasea por los balcones anónimos. Pero éste era diferente. Parecido en algo a ese silencio hondo, imperturbable, que antecede a las grandes catástrofes. Hundidos en él sólo oíamos el ruido rebelde, impotente, de nuestra respiración, como si allí afuera en la bahía, estuviera aún Francis Drake, con sus naves de abordaje…”
A continuación reproducimos algunas de las declaraciones de Abello Banfi en la charla Gabriel García Márquez periodista y educador.
Sobre el género de la entrevista: Gabo siempre le tuvo alergia a las entrevistas, a ese “género de los famosos”, y eso tiene que ver con su propia relación difícil con la fama. En esa situación, hay que hacer una suerte de performance para seducir al periodista, para mostrase muy inteligente, y se pierde autenticidad. Yo creo que al final eso a Gabo le aburría muchísimo.
Sobre sus inicios en el periodismo: Gabo hizo de todo: fue articulista, columnista, reportero, editor, jefe de redacción y también tuvo un primer emprendimiento periodístico propio, porque una de sus obsesiones era crear un medio: Por el año 1950 fundó el periódico más pequeño del mundo. Se llamó “El comprimido”, y sólo tuvo dos números.
Sobre Cien años de soledad: Ya como periodista, Gabo se enfoca a la novela, pero recién dio en el blanco con Cien años de soledad y su éxito se consagra aquí, en Buenos Aires, en el año 1967. Tomás Eloy Martínez, que era director de Primera Plana, fue quien lo recibió y se convirtió en su guía. Y escribió ese ese relato tan bello del día en que entra García Márquez a un teatro y una señora le grita “¡Por su novela!”. Estallan los aplausos y Tomás Eloy cuenta que entonces lo perdió; que lo vio elevarse como Remedios La Bella hacia la fama.
Sobre periodismo y literatura: Gabo es de los que no aceptan una frontera que separe literatura de periodismo. La única diferencia es que el pacto de lectura es distinto. De hecho su obra, según mi cálculo debe ser un 45% de obra periodística, un 45% de ficción y un 10% de guiones de cine, algunos discursos, prólogos, y una sola obra de teatro, que por cierto estrenó aquí en Buenos Aires en 1988. De manera que Gabo es mitad ficción, mitad periodista, pero a la gente se le suele olvidar.
Sobre el libro Gabo periodista: Pone de relieve esa dimensión tan importante en la vida y obra de García Márquez. El libro cuenta no sólo con una selección comentada de su obra periodística; hay además muchas citas textuales de declaraciones de Gabo al respecto. Es un libro que refleja muy bien su pensamiento, en especial la convicción clara de que el periodismo tiene una función en la sociedad sumamente importante: de que el periodismo puede ayudar a tener mejores países.
Sobre el periodismo como elección de vida: Para Gabo el periodismo ha sido siempre una vocación. El periodismo requiere verdaderamente de un interés que va más allá de ganarse la vida y tener un sueldo.
Sobre Gabo educador: Gabo tiene una gran vocación pedagógica, y la finalidad de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que fundó, es esa. Los talleres que brinda la Fundación son una apuesta por la democracia, es decir, una apuesta política. Y entiéndase “política” en el sentido de una militancia por los valores éticos y del periodismo como un servicio público, siempre independiente.