La periodista argentina María Eugenia Ludueña asumió el desafío de reconstruir la vida y los años de militancia de Laura Carlotto, la hija desaparecida de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Conversamos con la autora respecto de la manera de encarar una historia ocurrida hace más de 30 años, y que hoy es parte de la memoria colectiva de los argentinos.
Tu trabajo sobre Laura es a la vez biográfico y una reconstrucción coral de la militancia en los 70. ¿Por qué concebirlo así?
Creo que la historia de Laura solo se puede comprender en función de una construcción colectiva; es producto de esa coyuntura y también habla por los demás. No me interesaba una biografía como un mito heroico de Laura. Hasta la familia Carlotto repite que ella era una más, no la pusieron en un pedestal. El relato coral tiene que ver con contar a través de Laura -una militante periférica de la JUP- a otros jóvenes. Es la búsqueda de una narrativa desde la heterogeneidad de voces, incluso aquellas que quizás no suelen incluirse o no están tan legitimadas en los relatos sobre los 70. Hablar de otro es hablar de uno: cuando alguien contaba a Laura se contaba a sí mismo. Lo coral en este relato es un intento de contar, a partir de un recorte, esa diversidad de perspectivas y subjetividades sobre el terrorismo de Estado y su impacto en la intimidad, más allá de los roles de cada uno. Por otro lado, me interesaba la dimensión colectiva que en aquel momento era la medida de tantas cosas.
El libro está escrito, sobre todo, en tiempo presente. ¿A qué responde esa decisión?
Algo que me llamó la atención mientras hacía las entrevistas es que la mayoría de las veces los testimonios reconstruían los hechos más significativos en presente. También lo percibí en los testimonios de víctimas en los juicios de lesa humanidad. El grueso del libro transcurre entre dos temporalidades. El tiempo en que vive Laura se cuenta en presente, porque da mayor sensación de inmediatez y ritmo. Pero el tiempo en que intervienen los testimonios en el relato está en pasado, para marcar que lo reviven y lo interpelan; que no es un pasado congelado en los 70, sino revisitado y mirado desde hoy. Son decisiones que fui tomando para tratar de diferenciar también la voz de la narradora, cuando todavía no estaba claro si los testimonios iban a ir con bastardilla o con alguna identidad gráfica para separarlos del resto del texto, dos hilos conductores.
¿Cuál fue la instancia más difícil de la investigación?
Un aspecto frustante fue no haber podido dar con ciertos testimonios sobre los últimos días de la militancia de Laura: con cada persona que intenté llegar a ese punto, aunque sea para que me hiciera contacto con alguien, la respuesta era casi siempre la misma: de ese grupo no quedó nadie, están todos muertos. También fue difícil entrevistar a amigas o compañeras de Laura que estuvieron en cautiverio en centros clandestinos de detención y fueron sometidas a todo tipo de vejámenes y sufrimientos. Todas accedieron generosas, pero me atormentaba la idea de hacerlas revivir discursivamente eso. Lo mismo el volver a hablar con Estela las partes más dolorosas. En su caso -y también en otros- cité varios testimonios directos de los juicios. Allí dicen las cosas de una manera directa y cruda, potente, me parecía que desde el lenguaje no había nada que agregar. Es el relato judicial que ha venido repitiendo hace años como parte de su lucha, y el rostro humano de esos expedientes es en parte la materia prima del libro. Por otro lado, quienes trabajan con la memoria y con víctimas del terrorismo de Estado, me aconsejaron prestar más atención -en términos generales- a los testimonios más lejanos en el tiempo.
¿Y cuál fue la instancia más difícil de la redacción?
Creo que una de las más difíciles fue armar el rompecabezas de una historia hecha de tantos fragmentos. Porque no es una historia de “nació tal día e hizo tal cosa”. Antes de poder escribir cada capítulo debía tener muy claro cada momento histórico- en una época llena de adrenalina-, el posicionamiento de su agrupación y su entorno sobre esos días, la historia de Laura sobre ese momento, y tener editado un testimonio que llevara el peso de la acción en ese tramo. Esa carpintería fue quizás el trabajo más duro, porque está construida, en gran medida y entre otras cosas, en base a las memorias de seres complejos. Y como ya se ha dicho, la memoria está hecha de olvidos, de silencios, de huecos, de interferencias, de disputas de sentidos.
¿Podrías apuntar algunas lecturas o autores de quienes aprendiste y que de algún modo te “ayudaron” a escribir Laura?
Mujeres guerrilleras de Marta Diana es un libro que releí con Laura. Me ayudó a pensar en la dimensión personal y política de la intimidad de las mujeres militantes, cómo las diversas organizaciones que se decían revolucionarias, eran machistas y verticalistas, y cómo esto impactaba en las estrategias de lucha de las mujeres por los ideales. Los ensayos de Pilar Calveiro me ayudaron a comprender el marco y el fondo de algunas cuestiones sociales respecto de la elaboración de una mirada sobre el terrorismo de Estado. Diarios y reflexiones personales de mujeres militantes o sobrevivientes, como Sueños sobrevivientes de una montonera, de Susana Ramus, o Los Perejiles de Adriana Robles iluminaron modos de entender y sentir la militancia. Los libros de Perdía me acercaron a un análisis político desde la organización Montoneros. Memorial de guerralarga, de Jorge Falcone, que es uno de los protagonistas y fue crucial porque registra una visión muy particular esos años, un poco políticamente incorrecta por decirlo de algún modo. La voluntad me ayudó, desde sumergirme en esa dimensión colectiva y poderosa que reconstruye; aunque esta obra monumental es producto también de un momento histórico y está concebida de otro modo, es una ventana desde donde me senté a observar.
Por último, ¿hasta que punto escribir sobre Laura fue también escribir sobre Estela de Carlotto?
El libro da cuenta de una relación madre-hija; de un modo de relacionarse. De la transformación de Estela a partir de la muerte de Laura y la búsqueda del nieto. Laura nace en 1955, el mismo año de la llamada Revolución Libertadora. Estela la celebra con su beba en brazos. El hijo menor, Remo, dice que quizás, de alguna manera, la frase que Laura le dijo a una compañera de cautivero -”mi vieja nunca les va a perdonar esto a los milicos”- haya sido un modo en que Laura la pare a su madre como la persona que conocemos hoy. El relato incluye esta dimensión familiar; de hecho arranca con un fragmento de Estela en primera persona.
Laura – Fragmento
P. 297
A menos de mil metros de donde los jugadores de fútbol patean la pelota el día de la final –en el estadio de River Plate– sigue funcionando el centro clandestino de detención más grande de América Latina, la ESMA, otro sitio emblemático de los partos clandestinos. Con mucha menos información, Laura alguna vez le ha comentado a sus compañeros que creía que la iban a llevar a parir ahí cuando empezara con las contracciones.
En La Cacha, los guardias siguen el partido final con la radio a todo volumen. A los detenidos en las celdas de arriba les llega el griterío con que festejan los goles. Los de arriba no celebran. Con cada tanto que anota Argentina, la pena es mayor.
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En la casa de los Carlotto el clima es tenso. Estela y Guido siempre tratan de preservar, con todo lo que ya ha pasado, a Remo. Pero el menor de los hermanos percibe el clima en el living de su casa, con el televisor clavado en el partido la final.
Mi papá era el que más conciencia tenía de lo que significaba que no llegaran noticias de Laura –dice hoy Remo–. Lo había experimentado en carne propia. Mis viejos gritaban para que Argentina perdiera el partido. Mis tíos, que se habían jugado la vida llevando a Paraguay a Claudia, festejaban a los gritos los goles. Mi mamá no podía siquiera ponerse de acuerdo con su hermano.
El país se prepara para salir a las calles a celebrar la Copa del Mundo. La delegación holandesa se niega a recibir la medalla de plata por el segundo puesto de manos de Videla. Antes de la final, sus integrantes ya se han acercado a participar de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo para conocerlas.
Excelente nota! Muy conmovedora la entrevista. Felicitaciones a la autora del libro.
FELICITACIONES !!!!Excelente la nota. FELICITACIONES TAMBIÉN A LA AUTORA !!!!!María Eugenia Ludueña.