Se reproduce aquí una entrevista al fotógrafo Alfredo Srur por su muestra “Familia” que se exhibe en Fundación TEM.

Medio: Télam

Fecha: 22 de noviembre de 2016

Autora de la entrevista: Dolores Pruneda Paz

También se reproduce a continuación.

Una pareja de rusos: Sergio y Alexia. La uruguaya Paula Rossi y la pareja fetiche de Víctor Maytland, referente argentino del cine porno de los 90: Héctor y Fiamma. Albañil él, ama de casa, ella. “Una historia en 37 imágenes curada por Gabriel Díaz”, resume el propio Srur, con cierto eco de presentación cinematográfica, sobre la muestra montada en Carlos Calvo 4319 (CABA).

La acción transcurre en parques, el interior de casas de familia y en la filmación de la película “Pornodebutantes 3”. Fue una primera y única vez de muchos: los amateurs no volvieron a tener una experiencia de ese tipo, los actores fetiche eran espectadores y Srur tomaba sus primeras fotos en un set pornográfico.

El ensayo, desarrollado entre 1999 y 2001, incluyó prácticas y orientaciones sexuales no heteronormativas como sadomasoquismo, swingerismo y homosexualidad, y alcanzó un volumen de 150 rollos (unas 5.500 tomas originales).

Srur (Buenos Aires, 1977) estudió laboratorio blanco y negro en el Fotoclub Buenos Aires, pasó por el taller de ensayo de Jorge Sáenz y el de estética de Eduardo Gil. Su trabajo fue publicado, entre otros medios, por Página/12 y revistas como Rolling Stone, Fotomundo, El Gráfico y Etiqueta Negra (Perú).

Entre los 19 y los 21 años Srur vivió en Las Vegas. Viajó a Hollywood con “ansias de aprender la técnica del cine”, trabajó en los Universal Studios como una especie de asistente todo terreno mientras asistía como oyente a la Universidad de California. Su primera cámara de fotos le llegó en esa época: regalo de su abuela que le enviaba la plata por correo, dinero con que se compró una Nikon N50.

Ahí estuvo el germen. Tuvo que filmar “un corto sobre Dios”, y para eso pidió prestado un estudio a un amigo de su compañero de trabajo. Ese amigo era Lucky, un referente de la industria porno en los 70 y 80 que por ese entonces superaba los 70 años, con quien forjó una amistad y planearon grabar una película clase B en la Argentina.

Por entonces a Srur le ofrecieron actuar en una película porno, pero se negó: “Era buen dinero y me propusieron proteger mi identidad con una máscara, pero no quería que filmaran mi intimidad”, cuenta ahora a Télam en el estudio fotográfico del barrio de La Boca donde trabaja.

Becado por la Fundación Gabriel García Márquez, Avina, el Fondo Nacional de las Artes (FNA) y el Fondo Metropolitano de Artes y Ciencia, entre sus trabajos destacan “Las Vegas”; “El impenetrable chaqueño; “La Hiena Barrios”; “Prisión San Diego”; “Geovany no quiere ser Rambo, una historia de Medellín”; “Heridas”; “Ciudades del Este”; “Zona Sur” y “El descubrimiento de la fotografía”.

Sus fotografías forman parte de la colección Rabobank donada al Museo Nacional Bellas Artes y del acervo del Centre Regional de la Photographie Nord Pas-de-Calais entre otras instituciones.

-Télam: ¿Por qué elegiste el porno como tema?
-Alfredo Srur: Fue a partir de mi experiencia en Los í ngeles. Me quedó la duda de cómo sería ese ambiente, cómo son las personas más allá del espectáculo o el producto final, que por ahí es lo menos interesante. Así fue que en el 99, ya en la Argentina, cuando tomaba una conciencia mayor del significado de la fotografía y de lo que puede generar dedicarse a un tema varios años, decidí hablar de cuestiones que nos hacen como sociedad y como personas. La fotografía para mí es un arma protectora, algo desde donde se puede generar lenguaje y pensamiento crítico. Protegido por ella quise investigar ese mundo que no me interesó conocer como actor. La fotografía te permite ingresar a mundos a los que no pertenecés y experimentar desde ahí.

-T: ¿Cómo accedieron estas personas a que documentes su vida?
-AS: Lo que más me interesaba era captar cómo eran sus familias y cómo podían sostener eso en la cotidianeidad. Durante seis meses le pedí sin éxito a Maytland acceder a la filmación. En aquel momento el tabú era mucho mayor que ahora, porque el acceso a cámaras de fotos no era el de hoy en día y además este es un país muy cristiano y machista. Los actores discutían mucho internamente si dar la cara públicamente o no.
Hago la analogía con el boxeo, en el que por ahí lo más interesante ocurre fuera del cuadrilátero: en el hijo que lo ve recibir los golpes, en las personas que viven de gente que tiene que subirse a un ring a noquear al prójimo.

-T: ¿Qué quisiste rescatar en “Familias”?
-AS: Una armonía entre mundos antagónicos, porque una cosa era el porno y la privacidad de los actores y otra su familia. Fotografié una gama amplia de la sexualidad en la Argentina en aquel momento y este trabajo fue al que más tiempo le dediqué. Tiene que ver con algo más interesante, que es la desmitificacion del sexo, eso de que por más que existan los prejuicios y los estereotipos todos somos personas y anhelamos cosas parecidas: un grupo de pertenencia, que estén bien los que amamos, sentirnos dignos, que exista justicia social. Este trabajo va más a fondo porque muestra esos dos mundos que a primera vista no están conectados. En la muestra traté de no utilizar la estética como distracción y que haya un equilibrio entre esos mundos. Es un homenaje a Tomás Eloy Martínez: por una observación que él hizo hace muchos años hoy decido mostrar estas fotos.

-T: ¿La crisis de 2001 marcó de alguna manera este ensayo?
-AS: Creo que en la confusión entre lo público y lo privado, como explica Daniel Riera en el texto que acompaña la muestra. Por otra parte, ese año vi como se intensificaba la oferta laboral en el marco de despidos masivos. Pero en su momento no estaba preparado para registrarlo porque venía de una crisis personal absoluta: volví al país deportado. Perdí todo: libros, casa, ropa, auto, novia (aunque salvé mis fotografías y filmaciones) y experimenté la pérdida de la libertad y la marginación social. Fueron dos días encarcelado en una celda común con narcos, un ladrón de bancos húngaro, dos cubanos que ingresaron en los Estados Unidos en balsas, y mi delito había sido haber estudiado sin visa de estudiante y haberme excedido en la estadía. Fue una experiencia crucial en mi vida. Si ya había tenido inquietudes respecto a lo que significa la marginación social creo que durante muchos años luego de esto me dediqué a la deconstrucción del prejuicio, a tratar de ver a las personas desde su humanidad.

-T: ¿Qué te sorprendió de la industria porno desde lo vincular?
-AS: Que era un gran conventillo, como el ambiente del fútbol. Me parece que cuando lo físico es el gran protagonista de la historia hay mucha competencia y vedetismo, porque el tiempo se acaba.

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