El bautismo de argentinidad para el escritor mexicano Juan Villoro fue un tour involuntario por la ciudad a bordo de tres taxis. El primero que tomó fue detenido por un piquete, el segundo se confundió el barrio de Boedo con el de San Telmo y el tercero, finalmente, llegó a destino, pero mucho más tarde de lo previsto.

Invitado a dar un curso de narrativa por la Fundación Nuevo Periodismo y la Fundación PROA, Villoro dio ayer una profunda e hilarante entrevista pública, que estuvo a cargo de su colega Ezequiel Martínez, presidente de la Fundación Tomás Eloy Martínez, de quien el autor mexicano era muy amigo. Con cierta timidez al principio, admitió haber ingresado en la literatura desde la ficción y al periodismo desde la no ficción, y se refirió a uno de los géneros informativos, la crónica, como “el ornitorrinco de la prosa, porque es híbrido, como ese animal, pero con rigor propio”.

Villoro no quiso definir la crónica como el mejor de los géneros y defendió a los periodistas que hacen el día a día, sin los cuales no habría periodismo. “Aunque a mí me cuesta sólo describir los hechos”, señaló.

En cuanto a la profesión de periodista, explicó que con las redes sociales, especialmente los blogs y Twitter, en México hay una “comentocracia”, que convierte a los hacedores de esos sistemas en protagonistas de los hechos y no a la noticia. “Hay un «opinionismo» muy marcado que no trabaja en la narativa, sino que pone en el centro al individuo, y eso es muy complejo”, explicó, para agregar: “Existe una pérdida de lo real a través de Internet e incluso por la HD, que es tan precisa que es más real que la realidad”.

El escritor mexicano, autor, entre otras obras, de La casa pierde y El testigo , aconsejó salir a la calle a buscar la información, “a buscar lo real”.

“Tengo una relación muy primitiva con la tecnología y eso me lleva a pensar que cuando buscamos información a través de ella nos faltan la duda, la zozobra y hasta la lentitud, que no es otra cosa que el arrepentimiento. La tecnología nos da la gratificación exprésy nos impide el tour de la duda”, apuntó.

Villoro contó, además, que está en Buenos Aires para presenciar la puesta en escena de su obra teatral Filosofía de vida (interpretada por Alfredo Alcón, Rodolfo Bebán y dirigida por Javier Daulte) y abordó su tema preferido, la escritura. Advirtió que el periodismo está perdiendo la sensibilidad de la palabra, “porque la realidad del texto no está en la realidad, sino en el texto”. Al tratar otros temas, señaló:

“Extraño las cartas. Uno tiene que estar en prisión para escribirlas”.

“El Twitter son aforismos perversos. No es literatura, es una forma de condensar la realidad”.

“Soy supersticioso. Tomo nota de lo que veo para tener ideas, pero trato de no seguirlas”.

Al referirse al libro 8.8: miedo en el espejo, sobre su experiencia en el terremoto del 27 de febrero de 2010 en Chile, donde se encontraba en ese momento, dijo:

“No hay peor cosa que un paranoico informado. Una de las personas que estaba en el hotel cuando tembló Santiago y que había leído manuales de supervivencia se metió en la bañera, abrió canillas y demás, para después confesar que se había confundido con el procedimiento contra ciclones”.

“El miedo no es una sustancia narrativa como tal. Nadie sobrevive al silencio”.

“En la literatura mexicana no está muy presente el humor. Sin embargo, para mí el humor es una reconciliación crítica con la realidad. Una resistencia”.

“En cuanto al futbol, ningún mexicano se apasiona como un argentino. Una vez me crucé con un señor en la Bombonera que me preguntó si era cierto que en mi país las hinchadas compartían las gradas. Cuando le respondí que sí, dijo: «Pero qué degenerados». El fútbol en México es un acto de fe”.

Al referirse al narcotráfico en su país, señaló: “El gobierno de Felipe Calderón ha reconocido 34.000 muertos y 10.000 desaparecidos. Otros hablan de 50.000. Es una situación de escándalo que nos lastima y presenta nuevos desafíos para los periodistas”.

“La expresión «guerra contra el narcotráfico» es errónea porque no hay frente de guerra, nociones de retaguardia, y no sabemos quiénes son los enemigos”, concluyó.

Por: Alejandro Rey

Medio: La Nación

Fecha: 11 de agosto de 2011

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